Resumen
¿Qué se “fractura” en una persona cuando se encuentra bajo una presión intensa? ¿Qué nos sucede a nosotros y a la concepción que tenemos de quiénes somos y de cómo nos ven los demás, bajo las condiciones impuestas por el colonialismo y el despojo? ¿Acaso una persona “pierde” solo la razón o es su historia la que desaparece? ¿Se convierten en una víctima desconocida de la supresión, con una identidad dispersa a través del tiempo, o se afecta únicamente su sentido de agencia? El objetivo principal de este trabajo es argumentar que existe una interconectividad intrínseca entre la mente (tanto fisiológica como construida), el sentido de agencia de un pueblo, su identidad y su capacidad narrativa, y que esta interconectividad puede entenderse como una “coherencia” unificadora. Aunque a menudo nos contentamos con discutir la agencia, la narratividad y la identidad sin considerar la mente, y viceversa, pienso que deberíamos prestar más atención a la naturaleza holística de la mente y el ser. Es en este holismo donde surge la necesidad de un marco filosófico crítico de coherencia MAIN (mente, agencia, identidad, narrativa). El objetivo de este trabajo es investigar el sistema interconectado de coherencia MAIN que he esbozado y analizar, a través de sus rupturas, las consecuencias particularmente dañinas del despojo colonial violento.
Introducción: ¿Qué es importante para nuestra supervivencia? La coherencia
“— lo que importa en la supervivencia es la identidad” (David Lewis, Survival and Identity)
Me parece que el discurso de David Lewis sobre la identidad1 y, por tanto, sobre la supervivencia, resulta incompleto e insuficiente para abarcar todo lo que somos y todo lo que llevamos dentro como personas humanas.
Existe una especie de “muerte en vida” que pueden padecer las personas humanas que no forma parte del discurso de Lewis. Un caso de esta “muerte en vida” puede encontrarse en el sentimiento de “mata al indio, salva al hombre” que subyace a los actos de genocidio cultural del siglo XIX contra la población indígena en Estados Unidos. Aunque miembros de esta población “sobreviven”, persistiendo en el tiempo con sus “etapas-persona” conectadas de manera relevante y continua (algo imprescindible para Lewis), hay una ausencia crítica en el discurso. Las políticas estadounidenses de “mata al indio, salva al hombre” aplicadas en el siglo XIX provocaron una profunda desestructuración en el sentido temporal y espacial de las personas indígenas, dejándolas vivas pero incapaces de comprenderse plenamente a sí mismas o su lugar en el mundo.
Lo que la teoría de la identidad personal de Lewis echa en falta es un estudio sólido de lo que hace que las personas humanas sean íntegras, lo que las hace coherentes. Además de la identidad, la supervivencia de las personas humanas precisa de otros aspectos elementales para dar lugar a cierto tipo de unidad. En realidad, lo que importa en la supervivencia es la coherencia. Mi objetivo es convencerte de que esta coherencia consiste en el funcionamiento sincrónico entre identidad, agencia, narratividad y mente.
En este breve resumen, voy a:
1. Construir un marco filosófico para la coherencia y su relación con la supervivencia, basado en la medida psicológica del “sentido de coherencia” y adaptándola a este fin.
2. Articular la naturaleza de la “ruptura” en el contexto de la violencia y la imposición colonial.
3. Investigar cómo la ruptura colonial de la coherencia se manifiesta en el mero ser de las personas humanas colonizadas en lugar de supervivencias del devenir.
1. Construyendo un discurso sobre una coherencia de mente, agencia, identidad y narratividad (MAIN)
Los psicólogos utilizan la escala del “Sentido de Coherencia” (SOC, por sus siglas en inglés) del sociólogo Aaron Antonovsky2 para medir la resistencia de una persona ante el estrés. En la práctica, un psicólogo analiza las clasificaciones de los encuestados sobre la comprensibilidad, manejabilidad y significatividad de los estímulos externos y factores estresantes de su entorno. En el caso de la colonialidad y el despojo, resulta ventajoso aplicar una medida que evalúe la capacidad de una persona para hacer frente al estrés y al trauma prolongados.
Mente
La mente, puesto que depende de nuestro cerebro físico y sus interacciones con nuestros entornos y comunidades3, refleja nuestra predisposición inherente a la extensión. Al facilitar nuestras experiencias subjetivas4 del mundo, nuestras mentes asumen un papel más holístico. La mente tiene una importancia fundamental para la manejabilidad de lo que encontramos en el mundo, tanto en nuestra capacidad para conocerlo como para procesarlo fisiológica y psicológicamente. La mente, cuando también se considera holísticamente en un marco teórico ampliado, depende de nuestras relaciones no solo con otras personas, sino también con nuestro entorno en un sentido más amplio.
Agencia
La “agencia” se refiere a la capacidad de una persona para reflexionar conscientemente sobre sus deseos5 y creencias, a su voluntad de actuar y a su capacidad para planificar sus acciones futuras6. Nuestra agencia también es una cuestión de la manejabilidad de nuestros encuentros con el entorno y nuestras relaciones. Lo manejable que consideremos una situación o una relación depende de la confianza que tengamos en nuestra capacidad para actuar y planificar acciones futuras dentro del contexto indicado.
Identidad
La identidad se sitúa entre el concepto metafísico de la “identidad personal” y el concepto más fundamentado de la “identidad agencial”. Reducimos la “identidad personal” a la idea de que lo que hay en nosotros como individuos persiste y permanece de forma constante y supuestamente única a lo largo del tiempo. Definimos la “identidad agencial”7 como la relación social en la que una persona racional se reconoce a sí misma y busca ser reconocida como miembro de un grupo social determinado. Es importante destacar que la búsqueda de este reconocimiento por parte de un agente depende de las creencias que tiene sobre sí mismo y de las creencias de la sociedad sobre las características que determinan la pertenencia al grupo en cuestión. Nuestra identidad refleja nuestra comprensibilidad. Cómo persistimos en el tiempo y cómo los demás nos conocen a través de las categorías es una cuestión de ser comprendidos en las relaciones sociales y en nuestro viaje por la vida.
Narratividad
La narratividad retoma la idea de la “creación de sentido” o, mejor dicho, la generación de significado. En este caso, la narratividad se refiere a nuestra capacidad de dar significatividad a nuestras experiencias. A medida que vamos tejiendo narrativas, lo hacemos de manera que den sentido a todas las relaciones que mantenemos en y con el mundo. La función de la narrativa va más allá de la mera narración de historias y, en su lugar, actúa para crear una unidad entre lo que somos8, lo que creemos ser y el mundo en el que transcurren nuestras experiencias formativas9.
Para volver a una conversación sobre el cuerpo, es importante entender cómo la coherencia MAIN está contenida simultáneamente dentro y fuera del cuerpo individual. Nuestras mentes, aunque integralmente conectadas a nuestros cerebros autónomos, se ven fácilmente afectadas por factores ambientales y sociales externos. Nuestra agencia, aunque “autónoma”, está dictada por fuerzas externas y realidades materiales. Nuestras identidades, incluso consideradas desde un punto de vista metafísico, están determinadas por las influencias del mundo sobre nuestras finitas formas físicas. Y nuestra narratividad, a pesar de ser quizá el vínculo más abstracto, se manifiesta en el cuerpo como una forma de situar las formas físicas en su lugar, en relación con lo material, a través del relato.
Los problemas surgen cuando intentamos desmantelar la coherencia MAIN, la unidad del yo con el mundo. Cuando pasamos a pensar erróneamente que un solo aspecto de la coherencia MAIN es suficiente para sobrevivir, llegamos a ocupar una posición de muerte en vida.
2. Articulando las rupturas del despojo colonial
Cuando hablamos de la unidad, caemos casi inevitablemente en discusiones sobre la disonancia.
¿Qué significa que la “totalidad” se rompa?
La pregunta central es: ¿qué ES la ruptura que inflige el colonialismo y cómo afecta a la coherencia MAIN?
Recordemos la frase genocida “mata al indio, salva al hombre”.
¿De qué manera provocó la infame declaración de Henry Pratt—junto con las políticas que obligaban el ingreso de los niños indígenas en internados occidentalizantes y “civilizadores”10—la ruptura experimentada por las personas indígenas? La ruptura provocada por el colonialismo es una herida con muchas aristas dentadas. El colonialismo no solo aleja a las personas de las relaciones con sus tierras, sino que también las despoja de sus relaciones con el conocimiento y la cultura que mantienen entre sí. Unido a la excisión corpórea de su lugar, existe una excisión psicológica (y espiritual) adyacente. A este desarraigo físico hay que añadir el borrado forzado de su patrimonio cultural y la amputación de sus vínculos comunitarios en los internados coloniales. Cuando se “mata” solo al “indio” y se deja al “hombre”, se eliminan las conexiones y relaciones de la persona indígena con el mundo. Aunque el cuerpo físico supuestamente persiste en el tiempo, hay una pérdida, una ruptura, que trasciende el tiempo y plantea una consideración única.
Las rupturas del despojo colonial pueden articularse entonces como la extirpación y aislamiento forzados de los seres humanos de sus relaciones entre sí, de su entorno y de los procesos de producción de conocimiento. Esta extirpación, estas rupturas, siempre serán inherentemente corporales. Pero la naturaleza de esa aflicción puede variar mucho. El cuerpo se ve afligido por la ruptura colonial a través de la muerte, el despojo físico de la tierra y el despojo psíquico de la comunidad, y todas estas experiencias conllevan una violencia vivenciada.
Donde la comprensión de estas rupturas adquiere mayor profundidad es en la conversación sobre la coherencia MAIN y la escala SOC. En la ruptura que se produce en el caso “mata al indio, salva al hombre”, hay un daño multifacético. A primera vista, existe un trauma psicológico, que es donde una evaluación del SOC sería una medida adecuada. Pero los traumas de la ruptura en el despojo colonial van más allá del daño psicológico individual. En el caso presentado, las personas indígenas se ven forzadas a la incoherencia total, no solo dentro de sí mismas y de sus cuerpos individuales, sino en los contextos más amplios del mundo.
Los efectos de la ruptura colonial sobre la coherencia MAIN son:
(M) Un impacto en la capacidad de reconocer y gestionar la extensión de la mente en el entorno (una disolución de la mente holística).
(A) Una limitación de la capacidad de un agente para planificar y gestionar su propio futuro, y una restricción de la voluntad de un agente (la prevención de la libertad de movimiento y de acción).
(I) La incapacidad de nombrarse a uno mismo y sus relaciones dentro de la comunidad y la tierra fuera de las formas coloniales dominantes de conocer y nombrar; es decir, la incapacidad de comprenderse a uno mismo y sus relaciones con el mundo fuera de las formas coloniales de conocimiento.
(N) Una restricción de los tipos de historias que las personas son capaces de contar sobre sí mismas y el mundo, y del significado que extraen de ellas. La imposición de un conjunto limitado de narrativas.
El daño que se produce en la ruptura, la escisión, de la coherencia MAIN es un daño de seres fragmentados presentados y tratados como si fueran enteros. Sin una coherencia MAIN interconectada, las personas despojadas por el colonialismo se quedan estancadas en una supervivencia parcial. Si la coherencia es esencial para la supervivencia de las personas humanas íntegras, entonces lo que conlleva la supervivencia parcial es una especie de muerte en vida. Es aquí donde podemos ver una persistencia física sin unidad, y sin el potencial para devenir.
3. Cuestiones de Ser y Devenir, diferencias en la supervivencia ante la violencia colonial
Hemos llegado a otra línea de cuestionamiento apremiante.
¿Cómo afecta a nuestra supervivencia la fragmentación de la coherencia MAIN causada por la ruptura colonial?
¿Cuál es la diferencia entre la mera persistencia como persona parcial y una persistencia con posibilidad de autodeterminación?
Es a través de la investigación de estas cuestiones que podemos llegar a comprender las repercusiones de la coherencia interrumpida por la violencia colonial. Tal vez lo más importante sea que, al investigar esta cuestión, podemos empezar a ver el papel que desempeña la unidad y cómo esta se convierte en algo esencial para “devenir” en vez de solo “ser”.
Para responder a la primera pregunta, los conceptos de “muerte en vida” y “muerte social”11 son fundamentales. En la ruptura de la coherencia MAIN, y su posterior fragmentación, llegamos a una “supervivencia” parcial.
Incluso si una persona despojada se mantiene biológicamente viva, la desintegración forzada de la coherencia puede suponer el borrado de sus narrativas, la disolución de su conexión con la tierra (y su consciencia extendida en la tierra), la pérdida de agencia en la planificación de su futuro y la destrucción de su identidad, todo ello debido a la sistemática ruptura colonial. Por lo tanto, se trata de una “supervivencia” solo en el organismo biológico, inmediato e individual. Es una supervivencia del mero “ser” en la que la gente existe en un estado de petrificación.12
Con la respuesta a la primera pregunta ya en mano, abordamos la cuestión de la segunda, e introducimos la importante distinción entre el ser y el devenir para quienes sufren de la incoherencia generada por la ruptura colonial.
El persistir como persona parcial tras la ruptura es sobrevivir en un estado de mero “ser”. Aunque el cuerpo permanece, la capacidad de actuar en y sobre el mundo, y de ser conocido, se ve drásticamente limitada. Limitarse a solo “ser” es carecer de autocoherencia. El “ser” por sí solo carece de plasticidad. Tras la ruptura, el solo “ser” es tener una forma física que se mueve por el mundo con una capacidad limitada para identificarse, nombrarse, narrarse, etc.
En cambio, tener la capacidad de cultivar y mantener una persistencia de personidad coherente tras la ruptura conlleva un potencial para devenir. El potencial de devenir permite a los supervivientes del colonialismo llevar vidas dinámicas. Los colonizados no quedan relegados a existencias meramente biológicas (hombres a los que se les ha extirpado la “indianidad”), sino que perduran en toda su coherencia MAIN y su capacidad para relacionarse con el mundo y co-crearlo. Aquellos que cuentan con el potencial de devenir—a pesar de los intentos coloniales de ruptura, fragmentación y borrado—tienen el potencial de ser personas completas e integradas en lugar de “cadáveres andantes” que solo pueden existir de un día para otro. Por ende, la persistencia que conllevan los que “devienen” es una persistencia del espíritu y no solo del cuerpo físico.
El potencial para devenir refleja el espíritu de autodeterminación de un pueblo. En lugar de aceptar la mera existencia en un cuerpo, reducido a fragmentos inconexos controlados por los poderes coloniales, los pueblos colonizados que rechazan la finalidad de la ruptura emprenden un proyecto de devenir. Esto implica que es posible para los que han sido colonizados actuar para atravesar la ruptura y recobrar la coherencia MAIN y/o reiniciar los procesos interconectados de coherencia MAIN ante las nuevas realidades impuestas por el colonialismo. En el dinamismo del devenir hay una negativa a quedarse estancados y atados al pasado.
En el acto de devenir, el cuerpo de la persona se arraiga en su coherencia para hacer surgir la posibilidad de un futuro vivible. Después de toda la sangre de la ruptura colonial, no hay sólo una supervivencia sino una survivance: una presencia activa y resistente que trasciende la simple supervivencia y afirma la vitalidad cultural.13
Bibliografía:
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Gerald Robert Vizenor, Survivance: Narratives of Native Presence (Lincoln: University of Nebraska Press, 2008). ↩︎