Resumen
Superpuesto sobre un mapa de Google Earth y basado en datos históricos y arqueológicos, este mapa enseña una aproximación del territorio del Qullasuyu, es decir, el distrito sur del Tawantinsuyu (ver EL TAWANTINSUYU EN LA DÉCADA DE 1530 – TERRITORIO DEL ESTADO INCA ) o estado Inca, en la época de la conquista española.1 Este extenso distrito abarcaba lo que hoy es el sur de Perú, las tierras altas de Bolivia y los territorios del norte de Chile y noroeste de Argentina. Las fronteras orientales (ver LAS FRONTERAS ORIENTALES DEL QULLASUYU – DISTRITO SUR DEL ESTADO INCA – SIGLO XVI ) con la cuenca amazónica y la región del Chaco eran porosas e inestables. El Qullasuyu comprendía el gran altiplano donde se encuentra el lago Titicaca, los valles interandinos al este y los valles y tierras costeras al oeste. El altiplano comienz|a en el sur de Perú, donde la Cordillera de los Andes se divide en dos cadenas (la Cordillera Oriental al este y la Cordillera Occidental al oeste), y termina en el norte de Argentina, donde estas dos cordilleras vuelven a converger.
Muchos arqueólogos rastrean los orígenes del desarrollo de sociedades complejas en esta región hasta el año 1200 a.C. y sostienen que los antiguos “estados pre-incáicos de la cuenca del Titicaca controlaban o influían en los pueblos de toda la zona centro-sur de los Andes, una región que se extiende a lo largo de 400.000 kilómetros cuadrados. Uno de los logros más destacados de las entidades socio-políticas de la cuenca del Titicaca fue su capacidad para explotar zonas ecológicas más bajas situadas a varios cientos de kilómetros de distancia. (…) A principios del primer milenio d.C., dos complejas entidades socio-políticas, conocidas como Pukará y Tiwanaku, ya ocupaban el norte y sur de la cuenca, respectivamente. Para el año 900 d.C., Tiwanaku se había convertido en un verdadero imperio que rivalizaba con otros estados prehispánicos del Nuevo Mundo en poder, complejidad organizativa y extensión territorial”. 2
No hay consenso sobre lo que ocurrió exactamente en este extenso territorio tras el colapso de Tiwanaku alrededor del año 1000 d.C., pero parece que, en la época de la expansión inca, a partir de la década de 1430, se había convertido en un territorio multi-étnico y multilingüe, con una presencia predominante en el altiplano de los pueblos de habla urukilla, pukina y aymara (ver SEÑORÍOS AYMARAS del QULLASUYU en el SIGLO XVI ), y una variedad de otros grupos étnicos en los valles del este. Bajo el dominio inca, los hablantes de qhishwa también llegaron a esta región, y el qhishwa—la lengua de los Incas—se convirtió en la lengua franca en los centros administrativos y las zonas asignadas para uso estatal. (Hoy en día, la lengua pukina ha desaparecido, pero el urukilla, el aymara y el qhishwa se siguen hablando en esta zona de los Andes). Además, los incas aseguraron la integración del territorio del Qullasuyu mediante una extensa red de caminos incas (ver CAMINOS INCA Y TAMBOS en el SIGLO XVI ). Estos caminos incas, conocidos como Qhapaq Ñan, formaban una sofisticada red de senderos que abarcaban miles de kilómetros a través de la región andina y conectaban centros administrativos y de almacenamiento. Estas carreteras, meticulosamente diseñadas, facilitaban la comunicación, los intercambios y el movimiento de personas y bienes a través de la vasta extensión del estado Inca, conectando diversos paisajes, asentamientos y centros administrativos.
En el proceso de expansión hacia el sur, los Incas encontraron en los señoríos aymaras importantes rivales que solo lograron someter tras prolongadas luchas militares y políticas. Una vez consolidada la presencia del estado Inca en la región, la mayoría de estos señoríos se convirtieron en importantes aliados y fueron bien recompensados. Es así que, a través de alianzas, acceso privilegiado a tierras y una forma indirecta de gobierno, que garantizaba un grado considerable de autonomía, los gobernantes incas contribuyeron a la consolidación de la hegemonía de los señoríos aymaras y del poder de sus autoridades sobre los territorios que compartían con los urus y los pukinas. Fue muy distinto el curso que siguió la expansión del estado Inca más allá de los territorios controlados por los señoríos aymaras y hacia los valles interandinos orientales. . Por ejemplo, los incas ocuparon los valles Bajo, Central y Alto de lo que hoy es Cochabamba (en Bolivia) como dominios del estado Inca y desplazaron a la población autóctona, Qutas y Chuis, hacia el este, para proteger las nuevas e inestables fronteras orientales. Al repoblar los valles con distintas poblaciones traídas de otras regiones los incas transformaron estos valles en un territorio multiétnico (ver TERRITORIO MULTIÉTNICO bajo EL DOMINIO INCA DIRECTO: LOS VALLES CENTRAL Y SUPERIOR DE COCHABAMBA en la DÉCADA DE 1530 y TERRITORIO MULTIÉTNICO BAJO EL DOMINIO DIRECTO DE LOS INCA: EL VALLE BAJO DE COCHABAMBA EN LA DÉCADA DE 1530 ) gobernado directamente por los funcionarios del estado Inca. 3 Esta forma directa de gobierno también se aplicaba en otras zonas designadas como dominios del estado Inca, como ser centros mineros y centros religiosos.
Fue en este contexto complejo y diverso que los conquistadores europeos impusieron el dominio colonial de la Corona española dirigido a la extracción del excedente y mano de obra indígenas. Los diferentes modelos de gobierno inca—directo en los valles e indirecto en las tierras altas—dieron lugar a diferentes modelos coloniales en estas dos zonas. Con el tiempo, la colonización española desmanteló la organización política y espacial de las señoríos aymaras, fragmentándolos en pequeñas comunidades indígenas dispersas , y desarticuló los archipiélagos étnicos . Aunque este proceso desbarató y desarticuló la economía política del control ecológico vertical, los campesinos andinos lograron recrear elementos de la estructura del ayllu y modelos parciales de control ecológico, aunque su éxito al hacerlo variaba bastante entre los valles y el altiplano. Esta disparidad se profundizó a medida que los valles de Cochabamba se convirtieron en bastiones de los terratenientes españoles que adquirieron grandes propiedades (“haciendas”), mientras que los ayllus indígenas del altiplano—aunque fragmentados y reconstituidos—lograron mantener un mayor acceso a la tierra, preservar formas comunales de propiedad de la tierra y conservar más autonomía interna que sus contrapartes en los valles. Hoy en día, las comunidades indígenas de los valles de Cochabamba, así como de la mitad sur del altiplano, son predominantemente de habla qhishwa y tienden a identificarse como miembros de la Nación Quechua (o Qhishwa) mientras que las comunidades indígenas de la mitad norte del altiplano y los valles vecinos hablan aymara y se identifican como miembros de la Nación Aymara.
REFERENCIAS:
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Murra, John V. Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1975.
Nielsen, Axel. “El Tawantinsuyu: Cosmología, Economía y Organización Política”. En Camino Ancestral Qhapaq Ñan: Una Vía de Integración de los Andes en Argentina, coordinadora Victoria Sosa, 24–52. Buenos Aires: Ministerio de Cultura de la Nación, Secretaría de Patrimonio Cultural.
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Wachtel, Nathan. “The Mitimas of the Cochabamba Valley: The Colonization Policy of Huayna Capac”. En The Inca and Aztec States, 1400–1800: Anthropology and History, coordinadores George A. Collier, Renato I. Rosaldo y John D. Wirth, 199–235. Cambridge, MA: Academic Press, 1982.
Terence D’Altroy, The Incas (Oxford: Blackwell Publishing, 2002), 88; Axel Nielsen, “El Tawantinsuyu: Cosmología, Economía y Organización Política”, en Camino Ancestral Qhapaq Ñan: Una Vía de Integración de los Andes en Argentina, coord. Victoria Sosa (Buenos Aires: Ministerio de Cultura de la Nación, Secretaría de Patrimonio Cultural, 2020), 40; Martti Pärsinnen, Tawantinsuyu: The Inca State and Its Political Organization. (Helsinki: Suomen Historiallinen Seura, 1992). ↩︎
Charles Stanish, Ancient Andean Political Economy. (Austin: University of Texas Press, 2011). ↩︎
Nathan Wachtel, “The Mitimas of the Cochabamba Valley: The Colonization Policy of Huayna Capac”, en The Inca and Aztec States, 1400–1800: Anthropology and History, coords. George A. Collier, Renato I. Rosaldo y John D. Wirth (Cambridge, MA: Academic Press, 1982), 199-235. ↩︎